La película simplemente desnuda tus recuerdos. Desnuda tu pasado, tu presente y hasta predica tu desnudo en el futuro.
Hola,
soy Daniel y probablemente estén leyendo esto en la noche del día que fui
al cine. Honestamente, escribo esto un 05 de Octubre del 2014 a la 1:21am,
mientras bebo mi sopa Ramen Maruchan Picante –a la mierda mi hemoglobina–.
Acabo de salir de la sala de cine hace 40 minutos y empecé a ver la película
hace aproximadamente 4 horas. Si, lo sé. La película duró años. Es verdad. Se
los juro. Boyhood me trasladó a la época de “Dragon Ball Z”, al novedoso “Halo”
en Xbox y a la premiere de la primera película de “Harry Potter”. Me trasladó y
no sentí minutos, señores, sentí años. Específicamente, 12 años (lo que demoró en rodar la película) y en cada uno
de esos años Linklater, el director, hizo que me identificara con un gesto o
con una palabra o con un hecho o con un momento. Momento. Sí. Esa palabra
importante que está tan camuflada en nuestras vidas. Esa palabra importante que
ha perdido fuerza. Esa palabra importante que tiene el poder de detener el
tiempo, de tomarle una foto y guardarla en nuestra memoria de largo plazo, en
nuestra amígdala.
A las 9:45pm pensé, honestamente, que cerrarían la sala de cine por poca gente. Pero, dios mio, la sala se lleno a las 9:50pm. Hasta tuve que sentarme en el asiento que había elegido y me cagué, pues había elegido una fila muy cerca de la pantalla. Nunca elijan la letra y el número “I11”, elijan la “C11” o “D10”. En serio, créanme, sus ojos me lo agradecerán.
A las 9:45pm pensé, honestamente, que cerrarían la sala de cine por poca gente. Pero, dios mio, la sala se lleno a las 9:50pm. Hasta tuve que sentarme en el asiento que había elegido y me cagué, pues había elegido una fila muy cerca de la pantalla. Nunca elijan la letra y el número “I11”, elijan la “C11” o “D10”. En serio, créanme, sus ojos me lo agradecerán.
En fin, Linklater me enamoró desde el primer fotograma del protagonista, Mason (niño) con la música de fondo de la canción “Yellow” de “Coldplay”, hasta el final abierto –algo común en él– con Mason adulto. Simplemente, fue un momento que me dio vida. Porque de eso se tratan los momentos. Le dan vida a tú dramática, aburrida, misántropa y hípster vida.
La película simplemente desnuda tus recuerdos. Desnuda tu pasado, tu presente y hasta predica tu desnudo en el futuro. Y ¿Cómo lo hace? Pues te narra una vida de momentos, de dramas, de cosas usuales, de cotidianidad, de episodios de la vida fáciles de identificarte. En general, el film funciona como una maquina de tiempo y es alucinante.
Me identifiqué y lo siento si lo vuelvo a repetir. Pero es que dios, me he mudado como 4 veces, he peleado con mi hermana mayor, he cambiado de amigos constantemente, he tenido enamoradas, he roto con enamoradas, he fumado weed, me he ido a fiestas locas, me he sentido perdido y, luego, he encontrado mi rumbo como Mason. Un rumbo incierto que no sé si será el indicado, pero que ahora solo dejo que me lleve. Que me lleve y me lleve hasta que mi vida termine. Hasta que me haya acumulado de muchos momentos. Hasta que sea un anciano frustrado con momentos. Hasta que me de alzheimer y me olvide de esos momentos, porque ahí, lamentablemente, termina todo: cuando ya no tienes momentos.
Todos dicen que la vida se trata momentos. Yo pienso que es lo contrario. Los momentos te dan vida.
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